Es proverbial que cuando un napolitano no consigue conciliar el sueño, o sufre de pesadillas insistentes, está enfrentando al malvado Buffeto.
Encuentra particular placer atormentando a los niños, a quienes oprime la nariz para impedirles respirar, al tiempo que les susurra terribles historias al oído. A los adultos no les va mucho mejor, ya que a ellos suele sofocarlos con sus propias almohadas. La intención del Buffeto no es matarlos, sino llevarlos a un estado de sonambulismo, para inducirlos a sueños pavorosos y alucinaciones horripilantes.
Todos los objetos religiosos son útiles para ahuyentarlos, ya que Buffeto es un verdadero pagano, y detesta cualquier símbolo católico. Si éste recurso no fuese suficiente, será eficaz distribuir en las habitaciones, especialmente a los lados del lecho, imágenes que reproduzcan escenas amorosas, incluso es aconsejable que las imágenes sean explícitas, ya que el Buffeto aborrece al amor en todas sus manifestaciones,pero se alimenta de las pasiones bajas.
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