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miércoles, 2 de marzo de 2011

ÍNCUBOS Y SÚCUBOS



A lo largo de la historia, la demonología católica ha afirmado que existen demonios masculinos y femeninos capaces de tener contactos sexuales con los humanos. En otras tradiciones culturales también existen entidades similares.
Y lejos de ser un mito antiguo, para algunas personas la existencia de esas criaturas es una realidad actual y constatable.

Los supuestos contactos sexuales entre hipotéticas entidades sobrenaturales y los humanos aparecen en todas las culturas. En la tradición bíblica judeocristiana el mismo Génesis sugiere que en el principio de los tiempos "los hijos de los dioses se juntaron con las hijas de los hombres" 


A partir del siglo XIII, con la instauración de la Santa Inquisición, los casos de supuestos contactos sexuales con los demonios comenzaron a multiplicarse.
Los íncubos y súcubos serían, según los demonólogos cristianos, los demonios que, obedeciendo órdenes de Satán, tendrían encuentros sexuales con los humanos.


Incubos y súcubos, términos que provienen de incubare y sucubare -estar acostado debajo, o encima-, serían seres sobrenaturales, pero capaces me materializarse en nuestro universo tridimensional dotados de cuerpos reales y físicos, con carne y sangre, y esperma... Los íncubos serían demonios con forma de varón, cuya misión sería la de cohabitar con mujeres humanas; y los súcubos serían diablesas femeninas que fornicarían con los hombres.

 
Tanto los íncubos como los súcubos acostumbraban a visitar a los mortales en sus lechos para tener relaciones con ellos.

Tanto es así que algunos reputados demonólogos, como el mismísimo San Agustín,, negaron durante algún tiempo que estos lujuriosos demonios tuviesen cuerpos físicos. Según la angeología católica, los ángeles -y por ende también los demonios- no poseen cuerpo físico. Sin embargo, ante la avalancha de testimonios recogidos por los inquisidores, San Agustín y sus contemporáneos terminaron por aceptar la realidad física de estas supuestas entidades demoníacas.
De esta forma, estudiosos de la talla de Santo Tomás de Aquino, Alejandro Magno, Ulrich Molitor, Martín de Arles, Pedro de la Palau, Roger Bacon, Suns Scoto, San Agustín o los autores del famoso Malleus Maleficarum aceptaron y respaldaron en sus obras la existencia real de íncubos y súcubos.




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